miércoles, 2 de agosto de 2017

CARTA ABIERTA al ministro de Energía Don Álvaro Nadal.




CARTA ABIERTA al ministro de Energía Don Álvaro Nadal.


Inefable señor: como ministro de Energía, siguiendo la tónica de desconocimiento supino de ciencia y tecnología que parece caracterizar a los miembros de todos los gobiernos de su partido, lanzó usted una de sus asnadas en la rueda de prensa para anunciar el desmantelamiento de la central nuclear de Santa María de Garoña. No nos centraremos ahora en dicho cierre, del que se puede encontrar documentación de sobra en la prensa (vg AQUÍ  o AQUÍ). Tampoco en su defensa de la energía nuclear ("El Gobierno se posiciona por el mantenimiento del parque nuclear", dixit), legítima como postura si se cree en ello, aunque por supuesto discutible con fuertes argumentos en pro y en contra, que podrían ser motivo de un largo debate en estas páginas o donde se desee. No. Me voy a centrar en la estupidez del argumento por el que usted defiende la energía nuclear.
            Don Álvaro Nadal: es usted ministro de Energía, y debería por tanto saber algo de dicha palabra aunque sea economista y no físico (como yo tampoco lo soy). Por ello no dejó de sorprenderme escuchar anoche que "La energía nuclear produce cero emisiones de CO2, y es la única fuente de energía con tales características". Los que sean de ciencias puras se estarán retorciendo de risa o de dolor abdominal, según su estado de ánimo y su tolerancia a la estupidez. A mí, pobre profesional de ciencias aplicadas, se me paró la cena a media digestión. No creo que el señor ministro me lea, pero por simple ejercicio literario voy a intentar replicar a su genialidad de forma tal que hasta un tarado de su calibre pueda entenderlo.


Introdución: las emisiones de CO2.
            Uno puede adelgazar por comer menos o por hacer más ejercicio. O bien puede engordar por comer demasiado o por moverse menos. Todo es cuestión de balance. Un levantador de pesas (o un corredor de triatlón) consumirá muchas más calorías que un oficinista sedentario, por lo que puede permitirse el lujo de devorar ingentes platos de pasta y épicos filetes de considerable grosor.
            El CO2 atmosférico tiene un rango óptimo para la biología. Poco CO2 supondrá que no hay "comida" para las plantas, como bien saben quienes cultivan marihuana en armarios. Mucho CO2 puede provocar un "efecto invernadero", aunque no es el único gas que lo provoca: emisiones volcánicas han provocado cambios climáticos en eras pasadas, y Venus permanece en un estado de invernadero permanente. El carbono del CO2 pasa del aire a las plantas mediante la fotosíntesis, de estas a los animales que se las comen, y de estos al aire tras el metabolismo; es lo que se conoce como "ciclo del carbono", y es imprescindible para la vida.
            Los combustibles fósiles proceden de seres vivos cuya materia orgánica quedó "secuestrada" y, por ello, excluida del ciclo del carbono. Por lo tanto, la extracción y quema de dichos combustbles debería haberse traducido en una explosión de vida, no en un peligro. ¿Por qué no ha sucedido así? La respuesta es bien sencilla: porque hemos deforestado la masa vegetal que debía absorber ese CO2.
            ¿Como se reequilibra el desequilibrio? Como en un régimen alimentario: comiendo menos y haciendo ejercicio. En nuestro caso: a corto plazo, reduciendo las emisiones; a medio plazo, aumentando la masa vegetal (o al menos dejando de reducirla). Ninguna política energética funcionará si no reforestamos la biomasa perdida.


Fuentes de "cero emisiones".
            En realidad ninguna energía es de "cero emisiones", porque las infraestructuras subyacentes implican la fabricación y transporte de los componentes, así como el transporte del suministro de combustible y de la retirada de sus desechos. Esto vale para cualquier obra humana, incluyendo las centrales nucleares. Aún así, como la producción energética en sí misma no quema carbono, aceptaremos su hipótesis de "cero emisiones" para la energía nuclear. Nada que objetar a ese "cero emisiones". Pero hombre, señor ministro, decir que "es la única fuente de energía con tales características" está casi a la altura del señor Trillo cuando dijo que "no se ha demostrado ninguna relación entre el uranio y el cáncer". Su capacidad para insultar nuestra inteligencia parece no conocer límites.
            A fin de enriquecer su escaso conocimiento de energías con "cero emisiones" voy a pasarle una lista de otras fuentes "con tales características". Así podrá usted presumir de listo en alguna reunión en la que tenga la increíble fortuna de no toparse con nadie que haya escuchado sus rebuznos por televisión. Veamos:
                      - Energía hidroeléctrica (incluyendo los pantanos del tirano).
                      - Energía eólica.
                      - Energía solar (esa a la que ustedes le han puesto un gravamen penalizador).
                      - Energía geotérmica.
                      - Energía maremotriz.
            La lista no es exhaustiva, y seguro que me dejo alguna, pero basta para mostrarle, oh excelentísimo tarugo, que la energía nuclear NO ES la única "con tales características".


Fuentes con balance cero.
            Aún hay otras energías disponibles que pueden ser de su interés: aquellas que queman carbono (es cierto) y emiten CO2 (es cierto), pero que proceden de fuentes no fósiles. A pesar del ataque por parte de las empresas petrolíferas "porque emiten el mismo CO2 que los combustibles fósiles" (a veces se puede mentir diciendo la verdad), dichas energías son, a su humilde y limitada manera, una alternativa a su amada energía nuclear. ¿Por qué? Porque emiten el CO2 que previamente han captado de la atmósfera, con lo que el balance neto es (casi) cero, y porque dejadas a su libre descomposición orgánica (sin producir energía) desprenderían exactamente la misma cantidad.
           Algunos ejemplos:
                        - Calderas de biomasa.
                        - Biodiesel.
                        - Etanol.
            Eso en cuanto a las que pueden ser utilizadas a nivel industrial. A un nivel aún más modesto, se puede recurrir a la energía muscular, como la de las caballerizas que mueven norias. Teniendo en cuenta la ingente cantidad de burros de su gobierno, no les faltará una fuente de energía renovable (los burros humanos son inagotables).


Conclusión.
            Si desea usted defender la energía nuclear porque cree en ella, porque así se lo aconseja el estado económico, o porque espera un sillón en el consejo de administración de una empresa del sector, no tiene más que decirlo. Pero si dice que la defiende porque "produce cero emisiones de CO2, y es la única fuente de energía con tales características" no puedo darle la razón. Tiene usted múltiples alternativas entre las que escoger. Así es que una de dos: o nos insulta tomándonos por ignorantes o el ignorante es usted. En cualquiera de ambos casos, es usted inaceptable como ministro.
            Que tenga un buen día.
            Atentamente: Josep Asensi.

P.S.- Pido disculpas por haber usado palabras como "asnada", "rebuzno" o "burro". Los pobres animales no merecen ser comparados con un ministro.

martes, 11 de julio de 2017

Documentales y Leyenda Negra.


El domingo 9 de julio me senté en el sofá, ilusionado ante un nuevo documental de La2: "El triunfo del tomate". ¡Historia y Ciencias Naturales en una! Prometedor. Desgraciadamente, solo soporté unos cinco minutos antes de apagar y levantarme.
            He aquí la introducción del documental: Un barco español en alta mar transporta unas tomateras y unos esclavos indios. Los españoles no saben que los tomates se comen, solo los traen porque les gustan sus flores amarillas. Los indios aprovechan los descuidos de sus captores para comerse los tomtes a escondidas, "el sabor de la madre patria", y los escupen cuando se saben vistos. Los marineros trasiegan cofres llenos de monedas y joyas (muy poco indias), mientras la voz en off declama que "solo se interesan por otros frutos, los de la piratería", y resume que los europeos tardarán más de doscientos años en enterarse de que han llevado a Europa una especie comestible.
            Estoy harto de tópicos de la España Negra: indios esclavizados, rapiña, ignorancia...
            Empecemos por la importación del tomate. Fue introducido en Europa en la primera mitad del siglo XVI. La primera descripción científica impresa de la planta aparece en la Historia generalis plantarum (1587) de Jacques Delechamps, que recoge (entre otros) los hallazgos del español Francisco Hernández en su expedición de 1571-1574, en cuyos apuntes aparecen los solanos del Nuevo Mundo "llamados tómatl". Pero hay menciones anteriores. En 1544 aparece el término italiano "pomi d'oro" para referirse a sus frutos, que pueden ser amarillos o rojos. En 1561 aparece el término "pomum amoris", con el que se sigue llamando al tomate en provenzal. Hay grabados de la planta desde 1576.
            Sobre la ignorancia de su uso como comida, José de Acosta (1590) ya menciona su consumo en América y dice que "son frescos y sanos y hacen gustosa salsa, y por sí son buenos de comer".  Sólo dos años después ya encontramos una referencia escrita a su consumo en España, por Gregorio de los Ríos (1592): "Es una planta que lleva unas pomas acuarteronadas. Vuélvense coloradas. No huelen. Dicen que son buenos para salsa". Citando de memoria (pues desgraciadamente no he encontrado la referencia), recuerdo haber leído una descripción de los primeros tiempos del descubrimiento en la que se decía, más o menos, que "acompañados de chiles sirven para hacer una salsa que mejora el sabor de todo y estimula el apetito".
            Lo del tráfico de esclavos... ¿En serio? ¿Tráfico de esclavos desde el Nuevo Mundo? Si exceptuamos los traídos (como curiosidad, no por comercio) en el primer viaje de Colón, no sucedió tal cosa.
            Y casi mejor no entramos en la caracterización como piratas de los españoles. Cree el ladrón que todos son de su condición.
            Que un documental originalmente en inglés diga esas burradas tiene un pase. Que se emita en una televisión pública española es imperdonable.

miércoles, 24 de mayo de 2017

¡Ocho años!



El mal existe, nadie podrá convencerme de lo contrario, aunque los malvados actúen en nombre de grandes principios.
            En Manchester, un "hombre devoto" (así ha sido descrito) ha matado a niños y adolescentes que salían de un concierto. Puede que ahora esté con sus vírgenes, con su vino que nunca embriaga y con su leche con miel. Nos esperan semanas de manifiestos institucionales, proclamas religiosas y advertencias de seguridad. Tendremos manifestaciones de duelo y discursos de repulsa. Los líderes religiosos se apresurarán a decir que el terrorista no era un verdadero creyente y que no los representa. Los gobiernos y cuerpos de seguridad elevarán los niveles de alerta y, para proteger nuestra libertad, acabarán con nuestra libertad.


Niños y adolescentes.
            No siento ningún respeto por los malvados, y tampoco por sus ideologías ni por sus creencias. No me importan los elevados principios que motivaron al asesino de Manchester: ha matado a inocentes criaturas. La elección no ha sido casual. A veces hay que llegar a la perogrullada y explicar lo evidente: el terrorista quiere sembrar el terror. Por lo visto, el simple hecho de matar seres humanos ya no es lo bastante terrorífico, así es que se ha elegido un objetivo que incremente el pánico de modo exponencial: nuestros hijos. La sociedad teme mucho más por la seguridad de nuestros niños que por la de los adultos. Podemos asumir nuestro propio riesgo, pero temblamos ante la remota posibilidad de que nuestros retoños puedan sufrir algún mal. Los malvados pretenden que salgamos a la calle y gritemos: "ceded en todo, pero salvaguardad a nuestros hijos".
            Al discurso del miedo se sumará el discurso de la culpa, igual de nefasto, igual de paralizante. Legiones de buenistas nos recordarán que nos lo hemos merecido, que somos unos imperialistas neocolonialistas y que hemos sembrado vientos, por lo que merecemos recoger tempestades. Nos señalarán con el dedo y dirán que somos cómplices de la invasión de Irak, o del sionismo, o de la guerra civil de Siria. No creo en bandos inocentes y bandos culpables, solo en personas inocentes y otras que no lo son. Que yo sepa, ninguna niña de ocho años ha pilotado jamás un bombardero (¡Ocho años, maldito hijo de puta, ocho años!). Tampoco creo que el mal pasado justifique el mal presente y futuro. Ojo por ojo hasta cegar a la humanidad. Muerte por muerte hasta que despoblemos la Tierra o solo la habiten los últimos asesinos supervivientes.
            No me importa si los malvados llevan chistera o turbante, si acumulan dólares u oraciones, todos ellos merecen por igual mi desprecio.


"Religión de paz".
            Tras todo atentado integrista se suceden determinados hechos en un orden casi constante. Los religiosos nos recuerdan el carácter pacífico de todas las religiones, y especialmente nos dicen que "el Islam es una religión de paz", que los terroristas malinterpretan sus creencias y que en realidad utilizan la religión para sus propios fines. Acto seguido se producen los actos radicales y xenófobos. Después vienen las acusaciones de islamofobia contra toda la sociedad. Todos estos sucesos son premeditados.
            Habrá que volver a la perogrullada y recordar que un buen porcentaje de las víctimas de Madrid o Niza eran musulmanes. Lo importante no es la identidad del fallecido, sino la del ejecutor. Los asesinos no solo no esconden su religión, sino que hacen gala de ella, y no porque sean tontos; al contrario, saben muy bien qué hacen y por qué lo hacen. Buscan precisamente el odio a los musulmanes, generalizar la ecuación "moros = terroristas", quieren que los estigmaticemos y les hagamos la vida imposible, para que así, discriminados y criminalizados, no puedan integrarse en una sociedad que los aparta y acaben radicalizándose y convirtiéndose en nuevos "soldados de Dios", devotos y descerebrados. Tras el miedo y la culpa, el tercer discurso nefasto es el del odio. El odio a los musulmanes es otra victoria del terrorismo, el banderín de enganche de sus próximos efectivos.
            Pero ojo, que ya he dicho que no creo en bandos inocentes. Los musulmanes, como personas que son, merecen todo mi respeto y mi apoyo, pero no he dicho en ningún momento que el Islam sea inocente. Ninguna religión lo es, como ya argumenté hace tiempo (AQUÍ). Todas las religiones son autoexcluyentes, aunque de vez en cuando firmen armisticios o mantengan un alto el fuego precario, en función de su nivel de fuerza temporal. Todos los libros sagrados invitan a la violencia contra los infieles, y las organizaciones religiosas, que no dudan en abusar del poder cuando lo tienen, sostienen hipócritamente el discurso de la paz, la fraternidad y el ecumenismo cuando no están en condiciones de imponerse. Hablar del Islam (o de cualquier otra) como de una "religión de paz" crea una impresión de falsedad (bueno, en realidad no es una impresión, es falsedad) que deteriora el que debería ser el único discurso de cohesión social en estos casos: tu religión es algo tuyo, privado, y no le importa a nadie más, así es que no mates por ella. En otras palabras: me importa un rábano que seas musulmán, cristiano, tauro, géminis, alemán o de Villar Godo; tú eres tú y te querré o no por cosas más importantes que el mes de tu nacimiento o la forma en la que quieras buscar consuelo espiritual. Pero del mismo modo, espero que no me quieras ni me odies por ser ateo, haber nacido en abril y ser de Benetússer.


Libertad o seguridad.
            Y llega el cuarto discurso: el de la necesidad. Necesidad de protección, de garantías, de vigilancia. Se nos volverá a pedir que prescindamos de nuestros derechos para incrementar nuestra seguridad, que aceptemos restricciones sin límite de nuestras libertades: más cámaras, más micrófonos, más controles, menos intimidad, menos expresividad, menos reuniones, menos disidencias. Todo ello, por supuesto, de forma "provisional". Si es preciso, se desplegará al ejército por las calles, como si blindar París hubiera podido evitar el atentado de Niza, como si blindar Madrid vaya a evitar un atentado en Catarroja.
            La labor policial debe ser discreta y eficiente, como suele serlo en España (nuestro país podría dar lecciones en este sentido a más de un histérico internacional). No me opondré a las medidas que verdaderamente aumenten mi seguridad, pero sí a aquellas que solo pretenden que "me sienta seguro", o a las que no aspiran a protegerme sino solo a domesticarme.


Modesta proposición.
            No deseo militarizar mi país, ni prescindir de mis libertades hasta el punto de perderlas de facto. Solo quiero que se asignen los medios necesarios a la justicia y a los cuerpos de seguridad ciudadana.
            Tampoco quiero que me machaquen con las bondades de la religión, en las que no creo. Solo quiero que no se odie a un individuo inocente por sus creencias (hacia las cuales, por otra parte, puedo no sentir ningún respeto).
            Creo que los delitos de enaltecimiento del integrismo, la incitación al fanatismo, la comisión de crímenes por razones religiosas, el encubrimiento de tales actividades, deben estar al máximo nivel en nuestro código penal, ese mismo que parece ser especialmente severo con las "ofensas a los sentimientos religiosos". Como mínimo, predicar la Yihad debería estar más castigado que las aberrantes condenas por ofender a las víctimas del terrorismo (en especial si la "víctima" era un criminal como Carrero Blanco).
            Creo que no deberíamos colaborar con dictaduras religiosas, como lo son nuestros aliados de las petromonarquías. Que no deberíamos ser benévolos con jugadores de dos barajas, como Erdogan. Que no deberíamos ser tan hipócritas de apoyar a grupos islamistas cuando se oponen a tiranuelos que no nos interesan. Que no deberíamos mirar a corto, calculando quién saldrá beneficiado de una victoria contra los chiflados de turbante, si seremos nosotros o nuestros rivales los que nos llevemos la parte del león en el reparto. Que no debemos desamparar a los kurdos, nuestros andalusíes del siglo XXI, nuestro Rey Lobo que nos protege de los almohades.
            Y creo que hay que acabar para siempre con DAESH, sin miramientos, con todos los medios a nuestro alcance, y con cualquiera que en el futuro sea tan hijo de puta como para matar a una niña de ocho años.


sábado, 29 de abril de 2017

Descubierto un agujero negro en Suiza.

Físicos de todo el mundo han detectado oscilaciones importantes del campo gravitatorio cuyo centro parece hallarse en Suiza. Grupos conspiranoicos de todo el planeta no han tardado en acusar a los científicos del CERN. Consultado el famoso físico alemán Weischant Perla Von Delgat, su desmentido ha sido rotundo.
            "Hemos oído historias similares desde nuestros inicios, y nuestra respuesta siempre ha sido la misma. Para generar un agujero negro es precisa la masa equivalente a cuatro soles, es decir, el nucleo de una estrella de entre 15 y 20 masas solares. Es absolutamente imposible crear un agujero negro en un acelerador de partículas. Solo son paparruchas".
            Finalmente, los cálculos han localizado la fuente de la perturbación: el sistema bancario. Efectivamente, Suiza se comporta como un agujero negro: absorbe masa monetaria que nunca libera, y el poder de su secreto bancario es de tal magnitud que ni la luz, ni la verdad, ni los datos fiscales pueden escapar de su horizonte de sucesos. Puestos en contacto con Von Delgat, nos ha explicado que "el sistema fue estable durante décadas, pero la masiva llegada de fondos procedente de los corruptos españoles lo ha desequilibrado hasta alcanzar la masa crítica".
            A la pregunta de cómo ha sido posible alcanzar tal masa, Von Delgat ha sido contundente. "La ingeniería financiera no obedece las leyes de la física, ni las jurídicas, ni las del sentido común. La creación continua de masa monetaria por las entidades bancarias constituye un misterio aún sin resolver. La masa monetaria no se comporta como el resto de la masa ni cumple las más elementales leyes de conservación".

            De momento, el agujero negro recién descubierto ya se ha tragado varias carreras políticas, la confianza de los inversores y la esperanza de los votantes. El futuro es incierto.

viernes, 20 de enero de 2017

Literalmente...

En menos de 24 horas ya he escuchado cinco veces la palabra "literalmente", en dos cadenas distintas de televisión, en tres programas diferentes, de boca de cuatro presentadores, siempre en relación con el temporal en las playas de Valencia, siempre de forma incorrecta. Las olas no han devorado "literalmente" las playas de Malva Rosa y El Saler, porque no tienen boca. Las arenas no han huido "literalmente", porque no han escapado por propia voluntad. El temporal no se ha tragado "literalmente" las costas, ni tampoco las ha engullido "literalmente", pues no tiene garganta ni sistema digestivo. Por favor, que alguna ONG reparta diccionarios para que los profesionales de la berenjena aprendan cual es, literalmente, el significado de "literalmente".
Menuda caterva de paletos. Literalmente.