La invitación dice que se ruega no llevar armas y acceder al recinto de forma discreta; lo he cumplido y me arrepiento. Hace frío en el andén, el tren no llega y echo de menos algo contundente con lo que interrogar al jefe de estación por el retraso no anunciado. Por fin, con dieciocho minutos de demora, puedo subir al cercanías que me llevará a mi cita. El tren me deja en Valencia en la vía 8, la más alejada de la salida, y los tornos de control, como de costumbre, están activados para aumentar aún más si cabe mi retraso y mi desesperación. Maldigo de nuevo la prohibición de llevar armas y me resigno a lo inevitable.
Corriendo, llego al Corte Inglés de Colón, compro el libro y subo a toda prisa por las escaleras. ¡Maldición! La sala llena a rebosar, ni un asiento libre: debo quedarme de pie al fondo y no soy el único. En la tarima los veinte autores, tocados de elegante sombrero, presentan su obra: Valencia criminal, una colección de 20 relatos de género negro ambientados en la ciudad del Turia y sus alrededores, un trabajo coral de veinte magníficos escritores: Pablo Sebastiá, Paco Fernández, Juan Carlos Enrique, José Antequera, Suso Postigo, Manel Gimeno, Herme Cerezo, Luis Valera, Vicente Marco, Merche Carneiro, Carlos Aimeur, Emili Piera, Tonino Guitián, Joaquín Borrell, Maribel Vilaplana, Xavier Carrau, Vicente Garrido, Pau Pérez Rico, Amparo Baviera y Maty Tchey. Las ilustraciones son de Luis Lonjedo.
Merced a las intervenciones de los veinte padres de la criatura, descubrimos las peripecias y acelerones del proceso creativo, el interés por demostrar que puede escribirse género negro ambientado en nuestra tierra y con sabor autóctono, la calidad de nuestros autores. Por supuesto, no faltan las anécdotas de toda índole. Y así llega el momento de la firma de ejemplares, caótico por la peculiaridad de que veinte plumas, plumillas o bolígrafos tengan que buscar simultáneamente dónde apoyarse para rubricar sus dedicatorias. Yo aprovecho ese tiempo para algo un poco más interesante...
En lugar del habitual cava, esta vez tenemos una mesa en la que unos expertos barman y barmaid preparan un exquisito Manhattan. Primero probamos uno embotellado de una marca comercial, pasable pero poco más, y a continuación uno artesanal y recién preparado con dos medidas de whisky (preferiblemente canadiense), una medida de Martini rojo, unas gotas de angostura y una cortecita de naranja. Sublime, absolutamente sublime, tanto que le pido al barman que me firme el libro y le prometo mencionar su local en esta crónica: Tetería Laté, calle Benicarló 37, Benimaclet. Me gusta tanto que cojo otro aparentemente abandonado por su descuidado dueño.
Salgo al frío de la calle Lauria con un buen libro y tres lingotazos. Ha valido la pena.
Es de noche en Valencia, y yo desarmado. A mi espalda suena un saxo y ulula una sirena. En este libro mueren más de cien personas. ¿Creíais que en vuestro barrio nunca pasa nada? Sentimos sacaros de vuestra inocencia.
Vaya, ¡interesante noche!¿Cómo se me ha pasado este evento? Debo estar algo desconectada...Valencia se está poniendo muy movida en el tema literario, ¿no crees?
ResponderEliminarQue tiemble la Villa y Corte...
ResponderEliminarVaya reseña más negra...
ResponderEliminarEnhorabuena por el blog, ahora a dotarlo de contenido. Yo aún no sé como deshacerme del mío...
¿Deshacerte,Pampli? ¿Pero tú tienes un blog?
ResponderEliminarCreé uno hará año y medio y ahí sigue, con una entrada...
ResponderEliminarAmigo Josep, encantada de saludarte por esta nueva vía.
ResponderEliminarComo no podía ser de otra manera la primera entrada es muy propia de tí. je, je,je...
Akawi
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