martes, 16 de febrero de 2021

Sobre la sentencia a Cristina Cifuentes.

 Esta entrada levantará revuelo, lo sé, pero creo que debo expresar mi opinión al respecto. Empezaré con tres enunciados previos:


1) Soy votante de izquierdas desde que puedo votar. Ideológicamente, de hecho, estoy MUY a la izquierda. No soy, ni de lejos, sospechoso de simpatizar con Cifuentes (persona despreciable donde las haya) ni con el PP.
2) Estoy de acuerdo con que en España no hay una verdadera separación de poderes, con que Montesquieu está arañando su tumba, con que no hay independencia del poder judicial, y con que hay un sesgo conservador de la mayoría de jueces.
3) Estoy en contra del maniqueísmo. No podemos decir que todo lo que favorece a los míos es correcto y todo lo que favorece a los otros está mal.

Aclarado esto, y a sabiendas de que algunos me replicarán a lo que no he dicho ni escrito, con la sentencia absolutoria a Cifuentes tengo que hacer de "abogado del diablo".
Aunque sea de Perogrullo, no se puede juzgar lo que no se está juzgando. Aquí no se juzgaba si Cifuentes hizo o no el máster, si mintió descaradamente, si recibió trato de favor, ni nada por el estilo. Se juzga a dos personas por el delito de falsedad documental, y a una tercera (la beneficiada) como posible inductora del delito.
La sentencia dice que no hay pruebas de que fuese ELLA la que presionó al tribunal, y por tanto no puede ser penalmente responsable como inductora del delito.
La sentencia es correcta y ajustada a derecho.
Todos nos olemos que fue ella, cierto, pero NO se puede condenar sin pruebas.
Otra cosa es que ahora se debería abrir un proceso para condenarla económicamente como partícipe a título lucrativo. Debería calcularse el montante (tanto directo como indirecto) de los beneficios obtenidos con su falso título y multarla en consecuencia. 

Nada más por hoy.