miércoles, 22 de junio de 2016

No en mi nombre. Carta abierta al Colegio de Médicos de Valencia.

No entro mucho en la web del Colegio de Médicos, mea culpa, así es que a veces me entero de algunas noticias con retraso. Pero encontré ESTA del 6 de junio, titulada "El colegio de Médicos pide que no haya limitación de prácticas a los estudiantes de medicina". No se trata de una petición para mejorar la docencia de nuestra maltrecha universidad pública, no, qué va, sino una protesta para que los hospitales públicos puedan ser utilizados por la universidades privadas.
            Eso lo pide el colegio de Médicos. Pues bien: no en mi nombre.
            Vivimos en un régimen capitalista. No me gusta, pero es el que tenemos. En una economía de libre mercado, una empresa debe ser capaz de gestionar sus recursos, ofrecer su producto y venderlo. De eso se trata, ¿no? Salvo, claro está, cuando se pretende privatizar beneficios y socializar gastos.
            Dejemos esto claro: las universidades privadas son empresas. Cobran por su producto, y no reparten generosamente sus beneficios. Así pues, ¿por qué deben sus estudiantes hacer prácticas en hospitales públicos? Hay dos respuestas posibles, y ambas me parecen repugnantes.
A) Los estudiantes pagan por sus prácticas un buen dinero, pero la empresa decide que es más barato mandarlos a hospitales públicos (mediando o no paupérrimo concierto entre instituciones) que proveer de sus propios centros. Esas facultades privadas, que creen que pueden emular a sus homólogas norteamericanas, deberían costearse sus propios hospitales universitarios o bien llegar a acuerdos con los centros privados ya existentes (como ese que tiene un enorme cartel de "hospital católico", como la propia universidad de la que hablamos).
B) Los responsables de la facultad privada consideran que los enfermos privados son demasiado buenos para que unos estudiantes hagan prácticas con ellos, y que para eso están los pacientes de la sanidad pública. Porque claro, estos capitalistas del XIX no saben que no estamos en el Hôtel Dieu ni otro hospicio caritativo al uso, que los pacientes tienen su dignidad y que no hay dignidades de mejor o peor calidad según billetera.
            Entérense de una vez: esas no son las reglas del juego en un sistema de mercado. Deben ustedes ser capaces de proveer un producto completo y de calidad antes de venderlo, o arriesgarse a que las leyes de oferta y demanda los rechacen. Si no pueden proporcionar sus propios locales de prácticas a sus alumnos (que bien que pagan por ellas), nunca debieron ustedes impartir esa licenciatura.
            En otras palabras: búsquense la vida o bajen la persiana.

            Y señores del Muy Ilustre Colegio de Médicos: no digan ciertas cosas, al menos no en mi nombre.