miércoles, 27 de noviembre de 2013

El retorno de TV3

Eramos jóvenes y teníamos pelo. Nos cogíamos de los hombros y gritábamos: “Aitana no val res, volem la TV3”. En aquellos tiempos no se nos hubiera ocurrido pensar en una televisión autonómica como alternativa.
  La TV3 llegó, merced a unos repetidores sin afán de lucro mantenidos por Acció Cultural. Poco después llegó Canal 9 y pasamos de la nada a dos canales nuevos, no sin dos polémicas: una de ellas, la oposición catalanismo-anticatalanismo, claramente previsible, combatía la recepción de la señal catalana; la otra, aún más fratricida, valencianoparlante-castellanoparlante, protestaba por el uso de fondos públicos para la promoción de la lengua propia. Muchos defendimos la pervivencia de ambas cadenas, viendo en ellas un impulso al uso de nuestro idioma y señas de identidad y una forma de frenar la castellanización de nuestra tierra.
  Pero con el tiempo también llegó la decadencia de la cadena valenciana, su uso propagandístico hasta extremos dignos de Goebbels, el “todo por la audiencia” a base de telebasura y, para remate, una programación mayoritariamente en castellano.
  Y también llegó la persecución inmisericorde de la señal de TV3 y su segunda cadena 33/K3, que acabó con el cierre de los repetidores, a fin de que ninguna competencia pudiera ensombrecer la labor hagiográfica de la televisión autóctona. El Tribunal Supremo se pronunció contra la orden de cierre, pero el daño ya estaba hecho.
  Pasó el tiempo y la segunda cadena valenciana, Punt-2, cultural y en valenciano, fue liquidada mientras emitía un canal de noticias 24 h que no iba a competir ni en broma con el de TVE o el de CNN.
  Ahora lamentamos la pérdida de Canal 9, y los mismos que la criticaron acérrimamente por su partidismo y pésima calidad la defienden hoy y dicen que se pierde un instrumento para la defensa de la lengua, olvidando que la mayor parte de los programas (incluyendo los de mayor audiencia) estaban en castellano. Además, el PP valenciano ha cometido el acto suicida de cerrar su principal medio áulico, cantera de votos de derecha y abstenciones de izquierda, generando un mártir gratuitamente, creando la leyenda de un Camelot perdido y alevosamente cerrado por las hordas de las gaviotas azules.
  Lamento la pérdida de la cadena por lo que podría haber sido en otras circunstancias y, por supuesto, por el plato de caliente de su plantilla, pero no creo que la situación de nuestro idioma vaya a empeorar mucho por ello.
  Quizás ahora, desparecida la principal causa del cierre de los repetidores, podamos exigir el retorno de TV3.
  Aunque preferiría poder ver ambas, por descontado...