Este
fin de semana me he indigando ante dos noticias. Vamos con ellas.
WWF/ADENA
y el rey cazador.
El
sábado 21, WWF España anunciaba que retiraba la presidencia de honor de la
fundación a Juan Carlos de Borbón, tras cuarenta años ejerciéndola, como consecuencia
de la famosa cacería de Botswana. Fue Inma, mi mujer, quien dio en el clavo al
denunciar que nunca debieron otorgársela, dado que el rey siempre ha sido
cazador; pero claro, lucía muy bien tener al rey en nómina.
Hay que darle la razón a mi cónyuge.
Efectivamente, poco sentido tiene darle la presidencia de honor de una
asociación ecologista a quien siempre ha demostrado una desmedida afición por
las escopetas (o por las pistolas, y si no que le pregunten a su difunto
hermano). Pero yo voy más allá en mi denuncia. Casi todas las asociaciones y
eventos de esta España de charanga y pandereta se desviven por tener al rey de
presidente (curioso oxímoron, por otra parte). Ya en 2003, durante la
organización de la Reunión Nacional de Cirujanos que tuvo lugar en Valencia,
protesté enérgicamente por ese motivo. ¿Qué tiene que ver Juan Carlos de Borbón
con la cirugía? ¿Sabe algo al respecto? Y, si exceptuamos la trepanación con
bala que le hizo al príncipe Alfonso, ¿ha operado alguna vez a alguien? Somos
un país de pelotas y pelotillas, por no decir de hipócritas.
¡Ah, la famosa cacería! Internet se
llenó rápidamente de chistes al respecto y de banderas tricolor con un
elefante. Todo el país mostró su indignación por un gasto excesivo en tiempos
de recesión. Y yo volví a pensar que somos tontos. A ver: si el dinero es suyo
se lo puede gastar en lo que le dé la real gana; y si es un obsequio
extranjero, también. El verdadero problema, en el primer caso, es por qué
consentimos, en plena crisis, que la casa real disponga de una generosa
asignación que le permite ese y otros dispendios, aunque ahora se la haya
rebajado sin tan siquiera saber dividir (una paga extra en seis meses no es
1/14, sino 1/7, sus reales caraduras). En el segundo caso, la pregunta
es por qué nuestro monarca puede aceptar obsequios, qué puede dar a cambio y
por qué tiene ese poder. Una vez contestadas estas preguntas, resulta
irrelevante que se gaste el efectivo en safaris, en regatas o en whisky y
señoras de compañía.
Gallardón,
el aborto y el sufrimiento cristiano.
La
noticia de hoy domingo es que la ley que regula el aborto se modificará a la
baja, dejando de reconocer como supuesto válido las malformaciones del feto. El
ministro de Justicia ha afirmado que es éticamente inaceptable y que hay que
proteger al no nacido.
Obviamente estamos ante otra
intromisión de la moral católica en la vida civil. Veamos: nadie aborta porque
su hijo tenga orejas de soplillo o la nariz de Soraya Sáez de Santamaría. Las
mujeres que toman la dolorosa decisión de abortar, al conocer la noticia de una
anomalía fetal, lo hacen ante la perspectiva de una malformación realmente
grave: en algunos casos se tratará de lesiones incompatibles con la vida; en
otros, de incapacidades importantes que convertirán su existencia en una
sucesión de padecimientos. Pero claro, hay que sufrir para ganarse el cielo, y
esos niños tienen la misión de garantizarnos la salvación: el niño sufrirá
todos los días de su vida, los padres verán destrozada su existencia, los
hermanos se verán privados de la atención paterna y el paraíso se llenará de
gozo esperando la llegada de sus almas inmortales.
Señor Gallardón: le recuerdo que el
noventa-y-largos por ciento de los abortos de este país son por motivos de salud
psicológica de la madre, y la mayoría de las mujeres que han recurrido a
este supuesto reconocen no haber sido visitadas por médico alguno distinto de
su ginecólogo. En esta situación, podrá usted salvar su conciencia mientras las
madres de fetos malformados declaran que esta situación les supone a ellas un
gran sufrimiento psicológico (y en este caso será cierto y no un mero trámite
picaresco). Podrá usted abrir la boca para recibir la sagrada forma sabiendo
que, al menos en la letra, ha cumplido usted con su obligación moral de poner
bastones en las ruedas.
Siento una gran indignación por esa propuesta de ley del ministro de la injusticia. Ya me veo con la pata quebrada y en casa. Y mucho me temo que, pese a todo, no podré ganarme el cielo. ¿Quién querría ir allí a compartir espacio con indeseables como este señor?
ResponderEliminarSí, creo que la próxima modificación será obligar a las mujeres casadas a renunciar a su trabajo. Luego vendrán los premios de natalidad y, finalmente, las exibiciones sindicales del 18 de julio.
EliminarGracias por comentar, Isabel.
Una pena, la verdad, esto de volver a los tiempos de "la transicion"... Con medidas de este calibre, cada vez nos alejamos mas de esa Europa a la que decimos pertenecer... Y desde alli (al menos desde Paris) el ciudadano de a pie con dos dedos de frente mira al otro lado de los pirineos horrorizado...
ResponderEliminarAsi nos luce el pelo!
Creo que nos haría falta un Cayo Julio Cesar que hiciera limpieza con toda esta chusma, y si se quedara corto mejor Lucio Cornelio Sila.
ResponderEliminarBueno, las reformas de Sila probablemente coincidirían bastante con las de Rajoy... Yo prefiero un buen tren de Ekaterimburgo.
EliminarNadie tiene derecho a obligar al sufrimiento. ¿Lo sabe Gallardón? Adjunto enlace a artículo de El País.
ResponderEliminarhttp://sociedad.elpais.com/sociedad/2012/07/24/actualidad/1343153808_906956.html
Añadiría que al mismo tiempo quitan y/o reducen las ayudas a la dependencia con lo que naceran con problemas y sin ninguna ayuda. Es indignante estamos retrocediendo en el tiempo unos 40 años ó......
ResponderEliminarComo se ve en esta viñeta:
Eliminarhttp://www.miclonmalvado.com/images/stories/vinetas/politicos/otra-vez-gallardon-y-aborto.jpg