lunes, 24 de octubre de 2011

Libia: el país donde volvimos a cagarla.

Aunque este sea un “blog” con intenciones históricas y literarias, hoy voy a hablar de política. Y voy a ser políticamente incorrecto, como lo he sido toda mi vida.
            Voy a hablar de Libia.
            Cuando empezó la “primavera árabe” en Túnez, yo empecé mis comentarios políticamente incorrectos. “Sólo he visto velos en el bando de los sublevados, no en el del gobierno; eso me basta para saber a quién debo apoyar”. Todo el mundo me miró mal.
            Le llegó el turno a Mubarrak. Parafraseando la doctrina norteamericana, dije de él: “es un hijo de puta, pero es nuestro hijo de puta”. Todo el mundo volvió a mirarme mal. Los Hermanos Musulmanes iban cobrando protagonismo. Predije que pronto empezaría la persecución contra los cristianos coptos, y el tiempo tardó muy poco en darme la razón.
            La “primavera” se extendió y le llegó el turno a Libia, cuyo Coronel no me caía particularmente bien, pero del que sabía su capacidad para aguantar el tirón. Occidente se precipitó en congelar fondos y emitir condenas, creyendo que caería con tanta facilidad como otros líderes barridos por el viento del cambio. Pero no. Gadaffi se mostró capaz de resistir. ¿Qué hacer ahora? ¿Arrodillarnos ante él y pedirle perdón? “Discúlpanos, nos equivocamos. Ahora, vuelve a vendernos tu petróleo y tu gas natural”. Imposible. Sin vuelta atrás, sólo cabía derrocarlo y confiar en que el gobierno rebelde pactara con Occidente. Así es que se propuso la “exclusión aérea con fines humanitarios” y yo, como Casandra, advertí que la cosa no quedaría ahí, que intervendríamos activamente para derrocar al tirano y, como en la guerra de Kosovo, bombardearíamos objetivos estratégicos tanto militares como civiles; y, como a Casandra, nadie me creyó.
            Una coronel guapísima y maquillada se convirtió en portavoz de los rebeldes libios. “¡Pobre! ¡Ya veremos lo que tarda en llevar velo!” Y otra vez me miraron mal.
            Amnistía Internacional, así como otras organizaciones, denunció la brutalidad de las tropas “de liberación”, pero decidimos mirar a otra parte y ponernos la pinza en la nariz.
            Los rebeldes, cuando iban ganando gracias a nuestra ayuda, ya manifestaron que no tolerarían “tropas extranjeras”, en referencia a una posible misión de reconstrucción de la ONU, la OTAN o la Unión Europea. Deberíamos habernos mosqueado, pero preferimos seguir creyendo en Los Mundos de Yuppi y continuamos con nuestro apoyo a los sublevados.
            El “Consejo Nacional de Transición” ha anunciado hoy que el país se regirá por la Ley Islámica. Os lo dije. Os lo dije y no me creísteis. Por si fuera poco, acaban de anunciar el triunfo de los islamistas en las elecciones de Túnez. Ahora, solo falta esperar el momento en que Europa sea también una República Islámica y se obligue a nuestras hijas a llevar velo, comer aparte y caminar un metro por detrás de sus maridos.
            Y todo esto es porque Occidente está gobernado por una caterva de gilipollas.
            

6 comentarios:

  1. Uyuyuyuyuy
    Con lo que te envidio en todas tus reflexiones y especialmente las históricas. Pero en estas no puedo estar más en desacuerdo. Por no darle vueltas a todos los argumentos solo un comentario. En Túnez acaba de ganar el islamismo moderado. Aquí va a perder el catolicismo moderado por una victoria aplastante del ultrafanatismo católico. Casi prefiero la situación de Túnez.
    Con lo que sí estoy de acuerdo contigo es en tu reflexión final "occidente está gobernado por una caterva de gilipollas"

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  2. Hay que tener cuidado con no confundir a un musulmán moderado con un islamista moderado. El islamismo político en sí es una interpretación fundamentalista de la religión islámica. Por ello cuando se habla de islamismo moderado se esta cometiendo una antítesis puesto que los términos son opuestos: es como hablar de un nazi moderado o de un terrorista pacífico.
    Por otra parte en muchos puntos estoy de acuerdo con Josep: la tragedia de la mayoría de los países de Oriente Medio es que tienen que elegir entre una dictadura prooccidental más o menos disfrazada o un régimen islamista. Egipto y Turquía seguirán. ¿Qué debe hacer occidente? Por una parte si respetamos la democracia debemos dejarles ser lo que desean: extremistas islámicos, con los peligros que eso conlleva. Sino debemos ser pragmáticos y aderirnos a la Realpolitik de los EEUU y no ser tan hipócritas

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  3. El fanatismo musulmán existe aun por debajo de las dictaduras laicas. Existía en Irán de forma previa a la revolución islámica, y también en Irak con Saddam. Son dos ejemplos de transición "autónoma" (Persia-Irán) y "forzada" (Irak). Lo de Libia era cuestión de tiempo. Sin ayuda occidental, los rebeldes habrían sido derrotados tal vez, pero Gaddafi no es eterno y sus herederos tampoco. En un área en el que las revoluciones se extienden, la participación europea ha sido simplemente adelantar lo inevitable. ¿Cómo saber cuál será la evolución del asunto?
    A mí tampoco me hace gracia tener islamistas en la otra orilla, pero es un problema real y habrá que hacerle frente alguna vez. Eso es algo que sabemos todos, con alianzas de civilizaciones o sin ellas, con perroflautas de pastel y activistas de facebook o sin ellos..., y ahí sí jugarán un papel trascendental nuestros gilipollas gobernantes. Mientras tanto, la historia sigue su curso. ¿Por qué no arriesgarse a ver una nueva Turquía en el norte de África? Para ello, el precio es que los integristas pongan sus cartas cara arriba: pues vale, mejor saber ya a qué debemos atenernos. Además, igual hay suerte. Todo no van a ser Iranes, digo yo.

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  4. Bueno, hemos manipulado tanto el término islamista que puede significar lo que queráis. Yo no veo motivo para dejar de entender islamista como sinónimo de islámico o musulmán y equipararlo a salafista o yihadista más allá de la manipulación occidental del diccionario.
    Sea bajo un régimen democrático o dictatorial, no veo diferencia en someter la política de un país a las directrices morales del Islam o a las de la Iglesia Católica. Me parece una injerencia peligrosa, pero en ambos casos. Y si queremos encontrar un país antidemocrático por excelencia, confesional, contrario a las libertades individuales y muy especialmente las de la mujer podemos mirar a nuestros "amigos" de Arabia Saudí, pero para encontrar un caso mucho mas extremo no necesitamos ni cruzar el Mediterráneo ni buscar en el Islam. Y doy por hecho que sabéis a que país me estoy refiriendo. A mí es el que más miedo me da.

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  5. Sí, puede que pasemos de ser el país del AVE a ser el país del Ave María...

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  6. Leemos a Harold W. Guidden (“The Arab World”, l´American Journal of Psychiatry, febrero de 1972) donde se intenta dejar en evidencia “los mecanismos interiores del comportamiento árabe” que desde nuestro punto de vista es “aberrante” pero que para los árabes es “normal” por lo que es natural el principio maquiavélico de que “el fin justifica los medios”…por Alá todo, sin él, nada.
    Consideremos, entonces, las dos siguientes percepciones del mundo real:
    1) El terror es un estado general, y es interno a la persona.... El terror no es la persona a la que estamos combatiendo, el "terrorista". La palabra terror activa tu miedo, y el miedo activa el modelo del padre estricto, que es lo que los conservadores quieren. La "guerra al terror" no pretende que dejes de tener miedo; pretende, precisamente, que lo tengas (George Lakoff , catedrático de lingüística y ciencia cognitiva en la Universidad de California en Berkeley. Metáforas de la vida cotidiana, Madrid, Cátedra, 2001.
    2) Lo que está en juego es el problema de los territorios y las posesiones (ricas), de la geografía y el poder (en el mundo). Todo lo que tiene que ver con la historia humana está enraizado en la tierra, lo cual quiere decir que debemos pensar en el hábitat, pero también en que hay pueblos que planean poseer más territorio y por lo tanto deben hacer algo con los residentes indígenas. En un plano muy primario, imperialismo supone pensar en establecerse (aunque sea a través de gobiernos títeres) y controlar tierras que no poseen, que están habitadas y pertenecen a otros (los autóctonos). Conceptos de E.W. Said en “El Ámbito del Orientalismo”, 1992 (los paréntesis son míos).
    Ahora bien, la fuerza de la supuesta razón liberal-neocapitalista emplea, a diferencia de otras épocas, recursos del discurso efectivo para las masas que lo siguen por TV: ¿Quién puede objetar una intervención militar para salvar vidas humanas indefensas? Buen recurso, pero insuficiente para los que intentan ver más allá de las apariencias. Jamás comprenderemos en términos absolutos a un islamista porque no lo somos (lo que en Ciencias Sociales se impone como el criterio émico-subjetivo no es posible; no soy islamista ni quiero vivir con ellos (tal vez, habría que someterse a "El etnógrafo" de J.L. Borges). Comparto, en general, el criterio del autor. Europa (y España) sigue equivocando los caminos, no solo con la vereda de enfrente, sino también con Latinoamérica.

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