
miércoles, 29 de diciembre de 2010
VI taller literario de Antonio Penadés

lunes, 20 de diciembre de 2010
Presentación en el Bibliocafé de Valencia de “Venganza de Sangre”, de Sebastián Roa, el domingo 19 de diciembre de 2010.

Desde hace cuatro meses, la oferta cultural de Valencia cuenta con una nueva opción: el Bibliocafé. José Luis, el propietario, ha montado un local donde es posible tomar un café (o una exquisita cerveza Alhambra de barril) mientras hojeas y eliges el libro que vas a comprar (la primera consumición es gratis si compras). Además, a diferencia de otros lugares, éste está diseñado de tal modo que las presentaciones de libros y otros actos culturales son el centro del local, y no un apartado rincón en alguna parte. Y en este marco privilegiado tiene lugar la presentación de "Venganza de Sangre", de nuestro amigo Sebastián Roa, también conocido por Hislibris como Lacedemonia.
De Sebastián hemos leído ya "El Caballero del Alba", de la cual hay reseña en Hislibris. Aquella novela nos dejó un agradable sabor de boca, así es que acudimos ilusionados a la presentación de la nueva criatura de su ingenio. Por si el recuerdo de la anterior novela no fuera suficiente, otros avales la acompañan: un premio literario (Premio de Novela Histórica "Comarca del Cinca Medio"), un prólogo de un afamado catedrático de Historia Medieval y novelista (José Luis Corral) y una presentación a cargo de un autor de fama (Santiago Posteguillo). Sebas está ya en otro nivel, indudablemente.
Como era de esperar, el local a rebosar. Me despisto comprando el libro y pidiendo una cerveza y ya no tengo dónde sentarme. Menudo poder de convocatoria, desde luego.
Santiago Posteguillo presenta al autor, al que conoce de su taller literario y a quien colma de halagos. De su libro dice que es una novela de aventuras con un ritmo excelente, una buena tensión narrativa y una magnífica documentación histórica, que sin embargo no lastra las cualidades literarias de la obra. Hay sobradas muestras no sólo de gran conocimiento histórico y microhistórico, sino también literario, incluyendo un agradable guiño a la Ilíada. Y concluye su presentación con una de esas frases que a todos nos gustaría escuchar a propósito de una obra propia: "Venganza de Sangre es una novela que ha venido para quedarse". Nada menos.
Sebastián Roa, modesto, humilde (dos veces grande por ello), parece que apenas puede decir algo más, salvo comentar la necesidad de incluir alguna licencia literaria cuando la obra lo precisa, pero pronto nos demuestra que valdrá la pena escucharlo casi tanto como leerlo. Habla en su intervención de las cualidades literarias que precisa una buena novela y confiesa que escribe con un estilo cinematográfico porque no sólo él, sino también sus lectores han sido educados en ese lenguaje. Subraya la necesidad de adaptar el lenguaje y la estructura al modo de hablar y leer del siglo XXI, pero al mismo tiempo respetando la forma de pensar y comportarse de la época tratada. También nos hace una breve semblanza de lo que era el honor en la edad media, del pesado deber (a la vez que derecho) que suponía ejercer una "venganza de sangre" (la "blutrache" germánica), de las enormes similitudes entre el medievo y la épica homérica. Nos cuenta también cómo era la Corona de Aragón y cómo era su rey Jaime II... momento en el que dos amigos se levantan e interpretan los papeles del rey y de su consejero, narrando los motivos que llevaron al monarca a ampliar sus dominios y a acabar con los templarios.
Llega el momento de las firmas, piedra de toque del éxito de la convocatoria. Cajas, los libros se venden por cajas, como hacía tiempo que no veía en ninguna presentación, incluyendo las de autores más célebres. Un éxito rotundo y merecido para Sebastián y para José Luis.
Vuelvo a casa y en el Metro comienzo el exordio de la novela. No me decepciona, es el mismo Sebastián que ya me gustó en "El Caballero del Alba". Debo darle la razón a Posteguillo.
"Venganza de sangre" es una de esas novelas que perdurarán.
sábado, 18 de diciembre de 2010
Inauguración de Exposición "El Amanecer de China: 55 días de Pekín" (16-12-2010)

jueves, 16 de diciembre de 2010
Reseña de "Héroes de cristal", de Ricardo Rivera Llácer

Una magnífica historia, una pésima edición.
El escritor y abogado Ricardo Rivera es el autor de un libro excelente, con una historia consistente y bien trabada, con unos personajes brillantemente caracterizados tanto en sus actos como en su “yo” más profundo, con un ritmo adecuado que impide dejar la lectura… y con un editor y un corrector que merecen ser colgados de los pulgares.
Empecemos por decir de qué va el libro.
Leoncio Montenegro, “Sampayo”, es un sargento chusquero de un pueblo de Toledo con un nombre que le viene grande: La Villa Monumental de la Puebla de Tristán. Leoncio tiene sobre sus espaldas el enorme peso de ser el nieto del héroe local, Gervasio Montenegro, que salvó al pueblo de un salvaje saqueo sacrificándose con ello. Durante la guerra de Marruecos, sufre en el alto de Igueriben el asedio de los rebeldes rifeños de Abd el Krim; una crisis nerviosa lo derrumba en medio de las privaciones del sitio. Sobrevive al asalto final, se disfraza de cabileño, vaga, se pierde, y finalmente un soldado lo confunde con un rebelde y lo hiere en una pierna. Retirado del ejército con una pensión misérrima, cojo y amargado, vuelve a su pueblo a cargar con su invalidez y su pobreza, aunque recibe un recibimiento espectacular como “héroe de Igueriben” que no calmará el dolor de su pierna ni el de su estómago vacío. El golpe militar de Primo de Rivera lo convierte en alcalde de su pueblo. A partir de ese momento, su posición y su personalidad evolucionan de un modo a la vez paralelo y antagónico. Por la novela pasan la Dictadura, la República y la guerra Civil, y por ellas pasa también Leoncio Montenegro.
La novela es un cúmulo de aciertos. El primero es el protagonista, un personaje que sufre una evolución creíble, tanto histórica como psicológicamente, con una enorme profundidad, con un acertado tratamiento narrativo de sus contradicciones. Seguir de este modo los cambios de personalidad de un individuo es algo extremadamente difícil y es una característica de los mejores escritores.
Otro acierto son los secundarios, cada uno de ellos tan bien trabajado como el protagonista, en un entorno en el que casi nadie es quien parece ser. Uno se siente dentro de cada uno de los personajes, les pone rostro, cuerpo y alma. Nadie es plano, nadie es prescindible. Cada actor cumple un papel y la obra no sería la misma si faltase uno solo de ellos. Mención especial merece la viuda Jimena.
El escenario, tanto físico como temporal, es un acierto más. El lector puede jugar a las cartas en el casino del Tío Raimundo o ver las moscas sobre los heridos de Igueriben; no sólo lo lee, sino que lo vive.
El ritmo es bueno y consigue que queramos seguir leyendo, sin sobresaltos a lo John Ford, sin trampas, sin insultos a la inteligencia del lector, sin inverosimilitudes, sin personajes fantásticos que salen de rositas de situaciones imposibles. Nos involucramos en la historia de un hombre, su familia, su pueblo y su tiempo.
El lenguaje es correcto. A diferencia de otras novelas bestsellerosas, ésta tiene sabor a literatura, no a guión venido a más (o a menos, según se mire).
Pero yo no sería yo si no reseñara también los fallos. Personalmente, creo que esta novela se hubiera beneficiado de una labor de corrección profesional. Hay varias erratas que parecen de dictáfono, con errores en pares homófonos (gravar/grabar, basto/vasto, etc), o de autocorrector de Word (como las confusiones qué/que), ajenas a la pericia del escritor, fáciles de pasar por alto durante los repasos que efectúa el creador de la historia, pero que no deberían escapársele a un lector externo o un corrector. Más irritante es el problema de los signos de puntuación, con un uso inapropiado que lastra la lectura, siendo más acusado en el caso de las comas, que parecen sembradas a voleo. La encuadernación se decuajaringa a las primeras de cambio. En cuanto a la impresión, al menos a mi ejemplar le faltan varias páginas (y en los últimos capítulos, encima, cuando la cosa se pone más interesante). Hasta el precio (22,57) es incómodo de pagar y de cobrar.
Mis recomendaciones…
Al lector, que la compre y la lea. Puedo asegurarle que no se sentirá decepcionado. El último párrafo de mi crítica no debe hacer que se pierda un pedazo de novela como ésta, que supera con creces la calidad media de los productos disponibles en el mercado.
Al autor, que persevere en su actividad literaria y nos proporcione más horas de placer intelectual.
A la editorial, que se esmere y haga una buena labor de corrección.
Al resto de editoriales, que compren los derechos de esta novela, hagan una generosa tirada inicial y lleven a cabo una buena promoción. El éxito está asegurado y todos nos beneficiaremos de ello. Este libro merece rebosar en los escaparates y encontrarse en cada autobús o vagón.
Felicidades, Ricardo.
Ficha técnica:
Título: Héroes de cristal.
Autor: Ricardo River Llácer.Juan
Editorial Club Universitario. San Vicente (Alicante), 2008.
Rústica 15x21 cm, 475 páginas.
PVP: 22,57 euros
domingo, 12 de diciembre de 2010
Nueva página lateral: Mi novela Layos en la Web
martes, 30 de noviembre de 2010
Listado de reseñas para Hislibris
Quiero dar las gracias a Hislibris por darme la oportunidad de publicar reseñas, que podéis encontrar pinchando en el siguiente vínculo:
http://www.hislibris.com/author/josep/
Mi última reseña es:
RITUALES HITITAS. ENTRE LA MAGIA Y EL CULTO – Juan Manuel González Salazar
http://www.hislibris.com/rituales-hititas-entre-la-magia-y-el-culto-juan-manuel-gonzalez-salazar/
Si preferís leer una reseña concreta, he creado una página (en la barra lateral) donde las encontraréis en orden inverso (es decir, primero la más reciente).
En la misma página he añadido las crónicas de eventos (HEA y LRHA).
Paciencia, ya sabéis que soy nuevo en esto de los blogs.
sábado, 27 de noviembre de 2010
Presentación de “Valencia Criminal” (VV.AA.) en Ámbito Cultural El Corte Inglés de Valencia, 25-11-2010.

miércoles, 24 de noviembre de 2010
¡Bienvenidos!
Un saludo y ¡espero veros pronto!